Hermann Geiger con su inseparable avión Piper PA-18 Super Cub HB-OED
1954 - HERMANN GEIGER - El piloto suizo de los Glaciares (Foto:Christophe Ruppen)
Hermann Geiger nació en Savièse (Suiza) en 1914. Su vocación de aviador arranca de su más tierna infancia. Se inició en el Vuelo sin Motor familiarizándose con las grandes alturas que tanto le obsesionaban. En el aeródromo de Sion, cerca de su pueblo natal obtuvo el título de piloto a motor.
Exploró los glaciares en compañía de guías y alpinistas, pues su ambición fue la de crear un vínculo entre la aviación y el montañismo para poder ser útil a sus semejantes.
Se impuso como misión el acudir en auxilio de los que aman la montaña, alpinistas, esquiadores, excursionistas, y no desistió hasta conseguirlo no sin antes estudiar los peligros que ello conllevaba en cada vuelo.
Aunque su cometido esencial fue el rescate, asimismo transportó medicamentos, leña, materiales para la construcción de refugios, correspondencia, paquetes, utilizando un avión ligero Piper PA-18 Super Cub de solo 135 h.p., al que adaptó unos esquís especiales en su tren de aterrizaje que le permitían despegues alternativos sobre tierra y nieve. Hizo construir al propio tiempo -para el lanzamiento de cargas- una especie de cuna metálica instalada bajo el fuselaje de una anchura de 60 cm y 1.80 metros de longitud, en la que se podía cargar unos 200 kilos de material. (En aquellos años el helicóptero no estaba lo suficientemente a punto para operar en altitud).
Solo una gran experiencia y pericia como piloto, le permitieron perfeccionar una técnica de vuelo precisa para posarse sobre espacios angostos en glaciares cortados por un sinnúmero de grietas, y en pendientes pronunciadas que solo un especialista en vuelo de montaña puede superar con un alto margen de seguridad. En los Alpes, hay que acertar la primera vez. El piloto no puede permitirse llegar demasiado lejos, volver a tomar altura y empezar de nuevo, porque en la mayoría de los casos el fondo del terreno escogido está cerrado por las rocas o por paredes de hielo casi verticales.
Geiger llegó a efectuar jornadas en un solo día de 25 aterrizajes en las más peligrosas laderas. Ostenta el récord de posarse con su avión en el macizo del Monte Rosa de 4.370 metros de altura entre la punta Dufour y el Nordend. En su registro de vuelos, figuran varios aterrizajes junto a la cumbre de El Mont Colon 4.080 metros, también frente al refugio Rossier de la Dent Blanche de 3.500 metros, 60 aterrizajes durante la temporada de invierno 1954-1955 en Alpe Ruinettes 2.200 metros, entre otros muchos en su dilatada carrera.
Fundó una Escuela de pilotos de alta montaña, realizando las prácticas junto a las Dents du Midi (3.250 metros).
En 1966, un inesperado accidente puso fin a la carrera del piloto -que había consagrado su vida a salvar a los demás- a causa de la colisión de su avión escuela con un planeador.
En España, cada día son más los aviadores que practican el Vuelo de Montaña, gracias en gran medida a la difusión que de muchos años a esta parte vienen realizando los veteranos y experimentados pilotos catalanes especialistas en esta atractiva disciplina, Marliés Campi y Ángel Ibáñez, que regentan el "Aeroclub Aviadores de Montaña de Aragón" en Castejón de Sos, del que son promotores y fundadores.
Aunque su cometido esencial fue el rescate, asimismo transportó medicamentos, leña, materiales para la construcción de refugios, correspondencia, paquetes, utilizando un avión ligero Piper PA-18 Super Cub de solo 135 h.p., al que adaptó unos esquís especiales en su tren de aterrizaje que le permitían despegues alternativos sobre tierra y nieve. Hizo construir al propio tiempo -para el lanzamiento de cargas- una especie de cuna metálica instalada bajo el fuselaje de una anchura de 60 cm y 1.80 metros de longitud, en la que se podía cargar unos 200 kilos de material. (En aquellos años el helicóptero no estaba lo suficientemente a punto para operar en altitud).
Solo una gran experiencia y pericia como piloto, le permitieron perfeccionar una técnica de vuelo precisa para posarse sobre espacios angostos en glaciares cortados por un sinnúmero de grietas, y en pendientes pronunciadas que solo un especialista en vuelo de montaña puede superar con un alto margen de seguridad. En los Alpes, hay que acertar la primera vez. El piloto no puede permitirse llegar demasiado lejos, volver a tomar altura y empezar de nuevo, porque en la mayoría de los casos el fondo del terreno escogido está cerrado por las rocas o por paredes de hielo casi verticales.
Geiger llegó a efectuar jornadas en un solo día de 25 aterrizajes en las más peligrosas laderas. Ostenta el récord de posarse con su avión en el macizo del Monte Rosa de 4.370 metros de altura entre la punta Dufour y el Nordend. En su registro de vuelos, figuran varios aterrizajes junto a la cumbre de El Mont Colon 4.080 metros, también frente al refugio Rossier de la Dent Blanche de 3.500 metros, 60 aterrizajes durante la temporada de invierno 1954-1955 en Alpe Ruinettes 2.200 metros, entre otros muchos en su dilatada carrera.
Fundó una Escuela de pilotos de alta montaña, realizando las prácticas junto a las Dents du Midi (3.250 metros).
En 1966, un inesperado accidente puso fin a la carrera del piloto -que había consagrado su vida a salvar a los demás- a causa de la colisión de su avión escuela con un planeador.
En España, cada día son más los aviadores que practican el Vuelo de Montaña, gracias en gran medida a la difusión que de muchos años a esta parte vienen realizando los veteranos y experimentados pilotos catalanes especialistas en esta atractiva disciplina, Marliés Campi y Ángel Ibáñez, que regentan el "Aeroclub Aviadores de Montaña de Aragón" en Castejón de Sos, del que son promotores y fundadores.
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